David Ortiz Castaño es un joven colombiano que asistió como invitado a nuestra clase de Gabinetes de Comunicación el pasado jueves 6 de mayo.
Se trata de un periodista financiero que estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Bucaramanga entre 2017 y 2011; es diplomado en Finanzas en la Bolsa de Valores de Colombia (2017); realizó un Máster en Comunicación Corporativa y Pública en la Universidad Carlos III de Madrid (2017-2018); y como broche final de su formación, hizo un posgrado como experto en Gabinetes de Comunicación y Redes Sociales en la Universidad Complutense de Madrid (2019-2020).
Ha trabajado como redactor en economía para la Vanguardia Liberal (Colombia); como redactor de negocios y economía en el periódico El Colombiano; como profesional en medios y relaciones públicas en la Bolsa de Valores de Colombia S.A.; y desde 2018 hasta la actualidad es consultor en comunicación estratégica en La Propagadora (Madrid).
David siempre se ha movido entre las letras y los números y ama ambos mundos por igual, ya que, según él, tienen mucho que ver. “Yo soy de letras no es excusa para nada” afirma.
Su charla se basó básicamente en los mensajes y estrategias de comunicación, que por supuesto, van muy ligados a lo económico.
El periodista económico empezó hablando de la importancia del rol del periodista. Aseguró que los periodistas somos traductores, facilitadores de la realidad y que para hacer eso tenemos que contar siempre bien la realidad; todas las historias tienen un objetivo. Impactan en el comportamiento de las personas. Nadie es la misma persona después de que le cuenten una historia, por eso hay que hacerlo bien.
Según Christopher Booker, a quien citó, existen siete tramas básicas de narratividad. Estas son: vencer al monstruo, la búsqueda, viaje y regreso, de pobre a rico, renacimiento, comedia, tragedia y dos “modernas”: Misterio y rebelión contra el sistema.
El decálogo para una narración eficaz (bajo el cristal de las empresas) debe ser honesta (por encima de transparente), relevante, tener un objetivo, tener un mínimo de autenticidad, mezclar emociones e información, procurar sencillez, ser líquida (puntos suspensivos para seguir) y dar recompensas periódicamente (Thaler, los individuos están muy impacientes por recibir recompensas inmediatas).
También debe haber un argumentario, es decir, un escrito sobre lo que queremos que se diga. Un documento interno, un atlas. Y ¿Cómo debe ser un buen argumento? sencillo y practico; ir de lo general a lo particular; adaptable; y elocuente (y esto se logra con la trama).
En todas las empresas son necesarias estas estrategias para construir buenas historias, ya que estas construyen confianza, lo que repercute en menores costes para la empresa.
David anima a pensar siempre en letras y números de manera conjunta para obtener buenos resultados no solo financieros sino también en términos de reputación de marca.
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